CEC BELL VILLE

El 24 de marzo de 2018 se cumplen 42 años del más sangriento golpe de estado de la historia argentina.

El año 1976 resuena constantemente como algo imposible de olvidar. Aquella larga noche en la que se convirtió la dictadura militar en el gobierno de facto de Argentina, un sector privilegiado de la sociedad, completamente convencido de su rol, sentía el poder de ser dueño de la vida y la muerte de miles de personas. Pero sin lugar a dudas, su intromisión en la historia fue fundamental para un cambio radical en el modelo económico del país.

Quizás ya haya muchas palabras escritas sobre la fecha en cuestión y es común ver la frase Nunca Más como una suerte de slogan. Si bien es importante recordarla, mencionarla y repetirla, hoy nos proponemos preguntarnos qué significa.

¿Nunca más a la desaparición de personas? ¿Nunca más un golpe de estado? ¿Nunca más la desindustrialización del país? ¿Nunca más la persecución ideológica? ¿Nunca más a la destrucción de los lazos sociales? ¿Nunca más a la pérdida de los derechos humanos, incluidos los de los trabajadores?

Muchos sectores estarían en desacuerdo con las respuestas a esta serie de preguntas, pero somos nosotros mismos, como sociedad, quienes debemos reivindicar su verdadero significado y hacer eco cada año de la lucha que emprendimos como un país democrático.

Desde el Sindicato no sólo decimos Nunca Más a un golpe de Estado, sino que también queremos hacer uso de esta frase para decir:

Nunca más al atropello de los derechos de los trabajadores; Nunca más a la pérdida de identidad; Nunca más al femicidio; Nunca más al privilegio de participación democrática; Nunca más al silencio y la complicidad.

Hoy invitamos a todos a sumarse con su ?Nunca más? y luchen por los valores que nos harán crecer como sociedad, aprovechemos este día para lograr un debate profundo sobre lo que se busca reflexionar con la instauración del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. Pensemos en un Nunca Más que se siga aplicando al presente, tomarlo como un principio cotidiano y seguir exigiéndolo ante aquellos que sólo pretenden asumirlo como algo del pasado.